
Burlas y descalificaciones son vividas por niños aborígenes o de otras culturas a diario en las escuelas por ser diferentes o por el atraso escolar que traen, llevadas a cabo por los alumnos, textos escolares e incluso docentes.
La discriminación es un problema que existe en la actualidad y en las escuelas y para que tengamos una sociedad democrática debemos incluir, reconocer y valorar a todos los individuos que forman parte de esta sociedad en igualdad de derechos y dignidad. En la actualidad cuando nos referimos a discriminación, casi siempre lo hacemos sobre las diferencias de oportunidades culturales y económicas entre estudiantes, lo que contribuye a esconder una realidad que afecta a escolares de orígenes étnicos, discapacitados o extranjeros
En los últimos años se ha desarrollado una educación antidiscriminatoria con el fin que contribuya a cambiar la visión de las escuelas a la diversidad, es lo que se llama, la pedagogía antidiscriminatoria.
La pedagogía antidiscriminatoria tiene como fin, convencer a los docentes que la discriminación en las escuelas existe y que hay estudiantes que no logran aprender porque han sido marginados. Además, considera que se debe recuperar el pasado histórico, étnico y cultural y llevarlo a las tareas de enseñanza-aprendizaje, importante es el contexto socio cultural que tiene el niño en este proceso.
Toma en consideración en que las escuelas y los docentes pueden tener un papel fundamental en detener la mentalidad discriminatoria y enseñar en equidad, pero para esto, es también fundamental que el docente tenga una autoevaluación crítica de sus prácticas discriminatorias, conozca hasta dónde sabe y los métodos de cómo enseñar el tema, así podrá conocer, hablar y entender de discriminación al interior de las escuelas. Para llevar esto a cabo, establece dos tipos de metodologías: remediar, prevenir y curar las heridas históricas e instruir con equidad.
Por ende, la dificultad más grande de las pedagogías antidiscriminatorias radica en que la responsabilidad del cambio cultural no es solo tareas de las escuelas, sino también de cada profesor, ya que la ideología de discriminación se lleva en el alma de cada persona.
Chile es un país en que migran mayoritariamente latinoamericanos como peruanos, colombianos, argentinos y ecuatorianos, como indica Grimaldi “parece ser un patrón regular que en Latinoamérica a los migrantes fronterizos se les considere más indeseables que otros que vienen de territorios mas lejanos”, un ejemplo de esta situación son los peruanos y bolivianos que viven en nuestro país, a quienes se les dificulta más las condiciones de vida y surgimiento, esto principalmente se debe a la historia y guerras efectuadas en el pasado.
Por otra parte, están “los miembros de la cultura mapuche que han sido objeto por años de prejuicio y discriminación recibiendo mensajes, valoraciones y modelos impuestos desde la sociedad mayor que han contribuido a formar en ellos una identidad estigmatizada concentrando experiencias de trato discriminatorio desde la sociedad mayor” (3).

En la actualidad la diversidad cultural en nuestro país enfrenta a los profesionales de la educación a una realidad en las aulas que puede verse afectado por la discriminación que se impone en la sociedad actual o la que tiene cada individuo, la mentalidad que traen del hogar, la imitación de modelos estereotipados y los prejuicios fomentan aún más el rechazo a la relación con el otro “distinto”. Otro punto interesante es que en Chile el proceso de integración de otras culturas ha sido difícil, quizás aún ni siquiera es tan considerada en una aula, curricularmente hablando, no se le ha dado la importancia que se merece.
Establecer metodologías antidiscriminatorias parte por incluir las diversidades presentes, aceptarlas y reconocerlas como un proceso de enriquecimiento, una oportunidad de integración. El proceso educativo en las aulas debe comenzar primero que todo, en que el profesor debe conocer sus propias creencias y actitudes, saber como opera la discriminación en las salas de clases y luego establecer “conexiones más reales entre la cultura del entorno y el saber particular de cada persona; para poder trabajar valores positivos, hacia la diversidad, sin discriminaciones de ningún tipo” (4).
Adela Franzé (citada en Valero, 2001), señala que para promover las prácticas inclusivas se requiere diseñar tareas, materiales, procedimientos y los recursos didácticos, sobre la base cultural de los alumnos, sus estrategias de aprendizaje y sus saberes e intereses, es decir, la diversidad no debe ser un referente abstracto, sino un componente esencial de las estrategias educativas. (3).
El docente debe ser capaz (una vez conocida su realidad en el aula), de dar igualdades de condiciones y oportunidades “evitar que las diferencias se conviertan en desigualdades, adaptarse a las características del que aprende y construir un currículo para todos los alumnos” (3), además de erradicar todo comportamiento contrario a la igualdad y favorecer la integración del alumnado. (5).
Necesitamos una ciudadanía proactiva, de inclusión que permita el desarrollo de todos en igualdad de condiciones, sin importar de donde venimos, el color o costumbre que poseamos, somos iguales, quizás aprendemos diferentes, pero debemos educarnos, es un derecho para todos. Debemos cambiar la mirada de que lo diferente a mí es malo o no corresponde sino verlo como una oportunidad que me permita aún más enriquecerme y desarrollarme. La pedagogía antidiscriminatoria es una tremenda herramienta de erradicación a esta lamentable mentalidad social que es la discriminación, los docentes deberíamos estar mejor capacitados a esta realidad, la diversidad cultural, que quizás en unos años mas será aún mayor. Chile esta creciendo, pero debe crecer en igualdades para todos, por eso es importante que cada docente conozca su realidad (sus propios prejuicios y discriminaciones) y la realidad en el aula y sea capaz de comprometerse con cada alumno en enseñar de manera equitativa, con respeto y tolerancia. Siempre trabajando para encontrar en la diversidad un punto de unión. No es una tarea sencilla, pero tampoco imposible, la escuela debe ser siempre un punto de espacios y de libertad.
(1) Artículo extraído de Revista de educación “Pedagogía en derechos Humanos”. Diciembre 2004 Enero 2005, edición nº316, Ministerio de Educación, Chile. Páginas 49-55
(2) Daniel Grimaldi, Juventud y migración: una oportunidad para la integración y la diversidad cultural, Revista Observatorio de Juventud. INJUV. Vol. 4, Nº13, 2007, Chile. Páginas 33-39.
(3) Sandra Becerra P., Carmen Tapia G., Cecilia Barría N., Claudia Orrego L. Prejuicio y discriminación étnica: una expresión de prácticas pedagógicas de exclusión, de http://www.rinace.net/rlei/numeros/vol3-num2/art10.pdf
(4) Guía didáctica, de
http://www.cje.org/C13/Cat%C3%A1logo/Document%20Library/Publicaciones(cat%C3%A1logo)/guiadidactica_ojosdelatolerancia.pdf
(5) Mª del Carmen Caldeiro Pedreira (2009), Diversidad en las aulas y formación: nuevos tiempos, nueva ciudadanía,de http://www.educaweb.com/noticia/2009/11/30/diversidad-aulas-formacion-nuevos-tiempos-nueva-ciudadania-13983.html
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